La casa más antigua del casco histórico
Las más antiguas casas de la ciudad se construyeron en torno a la Plaza Mayor y los viejos templos coloniales de entonces. Las iglesias de La Concepción y de San Francisco, serían el núcleo del incipiente crecimiento de la ciudad. Sin embargo, muy pocas construcciones de esos primitivos núcleos urbanos sobrevivieron al terremoto de 1812.
Eso es lo que está ante la vista de los moradores y transeúntes de la ciudad: la desolación, las ruinas dejadas por el terremoto en montículos de tapias y muros de las antiguas casas.
Crónicas de un norteamericano-irlandés William Duane
Diez años después, en 1822, el viajero norteamericano-irlandés William Duane (1760–1835) describe el aspecto de la urbe a su paso por Barquisimeto:
«A los pocos días tuve oportunidad para observar de cerca la ciudad de Barquisimeto, y para oír diversas noticias acerca de ella. (…). Nada queda en la actualidad de los antiguos muros de las casas, y lo único que sobresale a cierta altura son los montones de tierra formados por las ruinas de las tapias, con las cuales estaban construidas todas las residencias. Hoy solo eran verdaderas tumbas que había adquirido su actual posición inclinada a causa de la forma irregular en que se amontonaron los escombros de los edificios derrumbados, y entre los cuales quedaron sepultados no sólo los habitantes de la ciudad sino también un batallón de setecientos hombres. Aquel montón de ruinas aparecía intacto, a excepción de algunos sitios por los cuales se había tratado de penetrar a las sepulturas de las personas que tenían reputación de gente opulenta. Los únicos vestigios perceptibles de aquella ciudad (que contaba, según se dice, unos ocho mil habitantes), y que se advierten a simple vista, son las alturas de sus ruinas, a las que la lluvia ha venido dando una configuración redondeada. Solo escaparon quienes se encontraban ausentes en viajes de negocios o estaban en sus haciendas situadas hacia la parte del valle…”.
(William Duane: Viaje a la Gran Colombia en los años 1822-1823)
De manera que Barquisimeto ya no posee casas o monumentos auténticamente coloniales que nos puedan referir a un pasado de herencia española. Las casas que hoy permanecen en el denominado casco histórico de nuestra ciudad, en realidad corresponden a construcciones de mediados del siglo XIX con diseños de estructuras que se conservaron inclusive hasta muy introducido el siglo XX, por lo que difícilmente se puede determinar la edad de esas casonas en base a esos caracteres estilísticos (Molina, 2014; Gormsen, 1965).
El casco histórico de Barquisimeto se circunscribe en la actualidad a una sola área o manzana, donde se encuentran los más representativos caserones que la gente refiere como coloniales, situados en los predios de la Plaza Lara (antigua Bolívar), la calle 24 y las carreras 16 y 17 frente al Edificio Nacional y en algunos puntos específicos de la ciudad.
Descripción de estas casonas
Todas esas grandes casas que estaban en esa manzana frente a la Plaza Lara poseían corralones y grandes solares, por lo general de más de 1.000 metros cuadrados. Viviendas construidas con esmero y con los mejores materiales y que tal vez albergaron largas familias tradicionales que iban desde los esposos, los hijos, extendida a los abuelos, tíos, esclavos, servidumbre y uno que otro huésped. Además, tenían huerto, animales de cría, caballos, caballerizas, gallinas, cerdos, vacas que le daban leche a la familia. Era otra clase de vida. Una de las más grandes casas era la de los descendientes de don Sabás Arráez, con 2.500 metros cuadrados de terreno (Molina, op. cit. p. 38).
Vista aérea. Foto: Arq. Cesar RodriguezA pesar de que era la zona residencial de la clase dirigente y de grandes propietarios con haciendas, trapiches, potreros, casas y otras posesiones en Barquisimeto, los llanos y en diferentes lugares del estado Lara, la densidad de lo construido era muy baja (aunque las familias eran extensas y extendidas) y mantenía un aspecto semirrural.
Utilizarían esas extensiones de terreno como depósito temporal de los productos del campo para el envío en recuas y su posterior venta. Estas propiedades pasaban de mano en mano en base a acciones de compra-venta, cesiones, negocios, hipotecas, remates, traspasos, permutas, partes de pago, testamentos y herencias, particiones, etc., que evidencian la gran movilidad social y económica de la población pudiente de esas épocas.
La casa más antigua conocida en la ciudad es la llamada casa de las Silveira, denominada así por haber estado habitada desde 1860 por los descendientes maternos de doña Palmacia Barrios Yépez y las hermanas Blanca, María y la sin par y eximia pianista de fama internacional Emma Silveira, quienes marcaron pauta en la historia cultural de Barquisimeto. Está ubicada en el llamado casco histórico, calle 23 entre carreras 16 y 17, acera oeste.
Dicha venerable y vieja casona está referida en un antiguo documento testamentario del alcalde de 2da. elección del Cabildo de la ciudad don Francisco de Paula Escalona, que data de 1854. Aunque se dice que la casa de las Silveira había resistido el terremoto, el documento aludido expresa que otras propiedades que tenía el antiguo dueño se habían perdido durante el mismo en esa y otras zonas de la ciudad.
Tradición oral
A pesar de ello, la tradición oral sugiere que permaneció en pie solamente la parte norte de la casa, que luego fue reconstruida y parcialmente transformada poco a poco, durante décadas, junto con las casas que hoy conocemos en los alrededores de la plaza Lara de Barquisimeto.
Excavación que muestra el relleno de las paredes con escombros del terremoto de 1812.
Esto ha sido corroborado in situ por excavaciones y trabajos realizados selectivamente, de acuerdo con las informaciones personales aportadas por el cronista de la parroquia civil de Catedral, profesor Ricardo Valecillos.
Señala el cronista que, en el caso de la casa de las Silveira, algunas paredes exteriores e interiores se reconstruyeron con parte de los escombros y materiales dejados por el terremoto, así como el relleno de algunos pisos de las habitaciones, cuyas ventanas dan hacia el lado oeste del templo de San Francisco, calle 23 de por medio.
Leyendas y tradiciones orales de la casa de las Silveira
Las historias orales circulan a la par de la historia documentada, con los consabidos aderezos y condimentos que las representaciones populares le van añadiendo. Historias, leyendas y tradiciones orales han circulado en torno a este inmueble, algunas de ellas no comprobadas con certeza. Desde antaño se decía que la casona fue hospital de sangre durante la guerra independentista.
También se mencionaba que allí funcionó la oficina de rentas municipales en la Colonia y que además fue sede del seminario San Agustín, el noviciado del convento de San Francisco y hasta de una logia masónica (Macías Mujica, 1995, p. 72), Igualmente se dice que existía un túnel que conectaba la casa con la iglesia y el convento de los franciscanos y fue cárcel real con un sótano donde se recluía a los presos por temor a los terremotos.
Se cuenta que el Libertador Simón Bolívar en su visita a Barquisimeto el 14 de agosto de 1821, en esa casa tuvo una reunión con vecinos prominentes para recoger fondos con el fin de favorecer el sostenimiento del ejército patriota que sitiaba Puerto Cabello, uno de las últimas trincheras realistas luego de la Batalla de Carabobo.
Entrada a un recinto oculto (escondite) y el tipo de techo en la casona de las Silveira.
Las imágenes pertenecen a Correodelara.com/
Entre los contribuyentes voluntarios se encontraba el propio Francisco de Paula Escalona, quien para 1825 ya era alcalde de primera elección, cargo que detentó hasta 1828. En dicha reunión se recibieron pertrechos, víveres, ropa, oro, alhajas, joyas, vajillas y cubiertos de plata que pudieran servir para la venta.
Tipo de construcción que resistió el terremoto de 1812
La casa de las Silveira evoca una de las últimas y viejas casonas de las que sobrevivieron al terremoto de 1812. Se trata de una edificación cuyo origen se presume que ha subsistido desde el siglo XVII.
Es una casa de construcción tradicional, con corredores y columnas que bordean un patio central a la usanza española, con paredes de ladrillo y mampostería, lo que podría explicar su resistencia estructural ante el embate del terremoto de 1812. El techo es de madera y cañas entretejidas, con tejas de arcilla cocida. La cocina, ubicada en la parte posterior de la casa posee un horno de cúpula y fogones de topias.
Un lugar singular de la casa consiste en una especie de recinto hábilmente oculto, también denominado “falso”, que servía como escondite en caso de necesidad.
En la parte conservada que correspondería a la ubicación de una antigua caballeriza se encuentra el guardafuego, una especie de abertura en una pared, donde se mantenía al abrigo del viento las velas y mechurrios durante la noche.
Rincón acogedor que ofrecía la casona |
Naturalmente que esa zona de la ciudad estuvo edificada con inmuebles y
otras edificaciones desde la época de la colonia y aun desde la fundación. El
hecho de estar edificadas en los aledaños de uno de los principales templos
indica que en ella se establecieron las principales familias y vecinos de las
élites económicas, políticas y militares.
La casa de las Silveira fue, desde entonces, un espacio de reunión de personajes importantes del ámbito social, político, religioso, intelectual y artístico y fue sede de instituciones municipales del poder colonial.
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